En los últimos años, un gran número de importantes delitos cibernéticos han expuesto las vulnerabilidades de seguridad en América Latina.
Dos ejemplos notables son que, en enero de 2021, un pirata informático publicó los datos personales de 10 mil clientes de American Express con sede en México.
La publicación incluía números de tarjetas de crédito, nombres completos y direcciones de dichos clientes.
Otro ejemplo es que, en septiembre de 2020, un ciberataque al banco estatal chileno Banco Estado obligó el cierre temporal de más de 400 de sus sucursales.
Debido a que estos ataques suelen ser muy llamativos, los delitos cibernéticos a nivel individual son opacados, especialmente el fraude, que ha crecido en América Latina durante el mismo periodo. Millones de personas como propietarios de comercios, consumidores que realizan transacciones, están siendo estafados silenciosamente con su dinero.
Saúl Olivares, vicepresidente comercial para América Latina e Iberia de Featurespace, explicó qué América Latina se ha convertido en un objetivo tan grande para delitos financieros como el fraude, que las instituciones financieras deben tener en cuenta y así fortalecer sus sistemas de ciberseguridad.
¿Qué ha provocado este aumento del fraude?
Esto se convierte en otra historia producto del COVID-19. Durante la pandemia, el comercio electrónico comenzó a crecer en toda la región.
Un par de factores técnicos contribuyeron a este auge, como señaló la empresa brasileña de pagos EBANX en un estudio de 2021: la rápida adopción de los pagos digitales y el comercio móvil por parte de los consumidores.
Para profundizar en los detalles respecto a estos fraudes, a continuación, te decimos tres tendencias de fraude cibernético que los bancos e instituciones financieras de América Latina deben vigilar en 2022:
1. Los costos del fraude están aumentando
Cada año, LexisNexis Risk Solutions publica su estudio del costo real del fraude para diferentes regiones del mundo. Según el estudio de 2021 de LexisNexis para América Latina, una transacción fraudulenta cuesta 3,68 veces más que el valor del dinero perdido.
Entonces, si un consumidor mexicano/colombiano es defraudado por 10,000 pesos, el costo real de ese fraude será de alrededor de los 36 mil 800 pesos.
2. Nuevos canales crean nuevos riesgos
Los números de LexisNexis reafirman qué tan rápido ha impactado la transformación digital en el comercio en América Latina.