Los talamontes ilegales aprovechan la presencia de la neblina para talar los pinos del bosque que están cerca de la comunidad de Zacacuautla, en el municipio de Acaxochitlán, Hidalgo, a un kilómetro de la frontera con Puebla.
De acuerdo a una investigación de Dromómanos, en la zona se practica la tala ilegal a pesar que no hay ningún permiso, por lo que las zonas críticas por este delito ambiental aumentan, pero por otro, las incautaciones, recorridos, inspecciones y detenciones se han desplomado en los últimos seis años.
En el estudio se enfatiza que por cada pino de tres metros que tumben se embolsarán 6 mil pesos y Acaxochitlán ha perdido 117 hectáreas de bosque virgen, lo equivalente a 164 campos de futbol, de acuerdo con los datos de Global Forest Watch, aplicación de código abierto que permite monitorear los bosques.
De acuerdo a datos de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), Acaxochitlán forma parte de las 122 áreas con deforestación crítica, debido a la tala clandestina cometida o relacionada con grupos de delincuencia organizada en México.
La investigación enfatiza que las inspecciones en bosques descendieron un 75 por ciento y las incautaciones un 90 por ciento debido a que los recorridos de vigilancia se redujeron a poco más de un tercio. Además que recalcan que la policía de Acaxochitlán recibe dinero de los talamonente, 500 pesos por viaje”.
Pero a esto se le añade el recorte en el presupuesto de PROFEPA por más de mil millones de pesos en 2014 por 793 en 2020, un 30 por ciento menos.
De acuerdo con registros satelitales de la zona de 2004 y 2020, se observa que debido a la tala ilegal en Zacacuautla, una cuarta parte ha perdido una cantidad importante de sus árboles. El color amarillo supera por mucho al verde.
Asimismo destacan que en grandes extensiones de la cara oeste casi no quedan troncos anchos. En los tocones, algunos frescos y otros más antiguos, no hay marca de un martillo, una especie de sello con el que la Secretaría de Medio Ambiente debe autorizar que sean tumbados.
Un estudio de la Comisión Nacional Forestal estimó que, entre 2001 a 2018, se deforestaron en todo México 3.8 millones de hectáreas, unas 212 mil hectáreas al año, aproximadamente la misma superficie que el estado de Yucatán. Los datos de 2020 señalan que aún existen 65 millones de hectáreas de bosque y selvas, y 15 millones más de otras áreas forestales.
La organización ambientalista Greenpeace enumera dos causas principales para la deforestación en México: el cambio de uso de suelo para convertir los bosques en campos para cultivo o ganadería, y la tala ilegal.
PROFEPA para explicar la tala clandestina enlista varios fenómenos. La necesidad de madera en bruto de los aserraderos y mueblerías supera la producción legal de los bosques, lo que lleva a que haya demanda de madera ilegal.
La sobreexplotación de los recursos autorizados, es decir, en predios legales se tiran más árboles de los permitidos, o se piden permisos para cortar árboles enfermos y que no se propague una plaga, pero se usan para tumbar árboles sanos.
Otras causas son el cambio de uso de suelo de terrenos forestales para ampliar zonas de cultivo, ganado y asentamientos humanos que lleva a una pérdida irreversible; la indefinición en la tenencia de la tierra, que hace que entre comunidades vecinas se aprovechen los recursos clandestinamente; y la falta de alternativas económicas que orilla a la gente a incurrir en la tala de subsistencia.
Respecto a la bajada en los indicadores y acciones, PROFEPA argumenta que “a partir de 2019 se implementó como estrategia la atención prioritaria de zonas o áreas donde se concentra un mayor número de ilícitos forestales, o que se realicen en áreas naturales protegidas, a fin de que en ellas se tenga una presencia constante o permanente”.